sábado, 23 de enero de 2010

Sobre el amor

Dijo entonces Almitra: Háblanos sobre el amor.
Y él levantó la cabeza y miró a todos los lugareños,
y con un gran sosiego a todos embargó. Y con voz sonora les dijo:
Cuando el amor te haga señas síguelo, aunque sus caminos sean duros y empinados.
Y cuando sus alas te envuelvan, cede aunque la espada oculta entre sus plumas pueda herirte.
Y cuando te hable, ten fe en lo que diga,
aunque su voz haga añicos tus sueños como el viento del norte arrasa la huerta.
Pues aunque el amor te corone también te crucificará. Aunque te haga crecer también te podará.
Aunque ascienda a tu copa y acaricie las ramas más tiernas que tiemblan al sol,
también bajará a tus raíces para sacudirlas por más que se aferren al suelo. Cual gavilla de mies
te acoge en su seno.
Te trilla para desnudarte.
Te criba para librarte de cáscaras.
Te muele hasta la blancura.
Te amasa hasta que eres flexible;
y luego te entrega a su fuego sagrado para que te vuelvas pan sagrado
para el banquete sagrado de Dios.
Todas estas cosas hará contigo el amor para que conozcas
los secretos de tu corazón y que con ese conocimiento devengas una parte
del corazón de la vida.
Pero si el miedo te lleva a buscar sólo la paz y el placer del amor,
mejor será para ti que cubras tu desnudez y no vayas a la era del amor,
y que te quedes en el mundo sin estaciones donde podrás reír,
aunque no toda tu risa,
y llorar, aunque no todas tus lágrimas.
El amor nada da salvo a sí mismo y sólo de sí mismo toma.
El amor no posee ni se deja poseer; pues el amor al amor no basta.
Cuando ames no digas:
Tengo a Dios en mi corazón; sino, en cambio:
Mi corazón es en Dios.
Y no pienses que puedes dirigir el curso del amor; si te encuentra digno,
él dirige tu curso.
El amor no tiene más deseo que el de realizarse.
Pero si amas y por fuerza tienes deseos, que tales deseos sean éstos:
Derretirte y ser como el arroyo que canta su melodía en la noche.
Conocer el dolor de la ternura excesiva.
Resultar herido por tu propia comprensión del amor;
y sangrar con gusto y regocijo.
Despertar al alba con un corazón noble y dar gracias por otro día de amor;
Descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis del amor;
Regresar a casa bajo el manto de la noche con gratitud;
Y luego dormirte con una oración por quienes llevas en el corazón
y una canción de alabanza en los labios.

Gibrán, El Profeta

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