Red oscura donde
el sol cae revolcado
de muerte en muerte,
como ola sin espuma
se arrastra,
al apostento puro de la araña,
al rincón de los delirios,
de los gritos callados
donde danzan los abismos.
Violentamente labrada
por bestiales cinceles,
devora las ilusiones
que la luz forja,
quebrada desnuda
sin paredes seguras,
la llevan
unas manos sangradas
a su crucifixión;
Acarician su sexo fértil,
su corazón temeroso
con un peculiar cantoneo,
dejándola absoluta
reposada donde se ha parido,
álgido sueño
en los tiernos pechos,
en el vientre mojado
la tumba de agua amarga
cementerio de su renacer.
Este lecho maldito
al que siempre acude,
inocente
sin mostrar memoria,
fiel esclavo
es llevado hasta la Luna,
que a su cama
de flores misteriosas
se encamina a ser deseado,
para alcanzar su propia perfección,
donde no hay sol, ni luna,
sino una red nocturna
que disuelve sus telares
para devorarme.
¡Perro el Sol, que se atreve!
¡Puta Luna, mojada mojada!
Los dos temblamos.
Y la luz no puede.
No puede.
el sol cae revolcado
de muerte en muerte,
como ola sin espuma
se arrastra,
al apostento puro de la araña,
al rincón de los delirios,
de los gritos callados
donde danzan los abismos.
Violentamente labrada
por bestiales cinceles,
devora las ilusiones
que la luz forja,
quebrada desnuda
sin paredes seguras,
la llevan
unas manos sangradas
a su crucifixión;
Acarician su sexo fértil,
su corazón temeroso
con un peculiar cantoneo,
dejándola absoluta
reposada donde se ha parido,
álgido sueño
en los tiernos pechos,
en el vientre mojado
la tumba de agua amarga
cementerio de su renacer.
Este lecho maldito
al que siempre acude,
inocente
sin mostrar memoria,
fiel esclavo
es llevado hasta la Luna,
que a su cama
de flores misteriosas
se encamina a ser deseado,
para alcanzar su propia perfección,
donde no hay sol, ni luna,
sino una red nocturna
que disuelve sus telares
para devorarme.
¡Perro el Sol, que se atreve!
¡Puta Luna, mojada mojada!
Los dos temblamos.
Y la luz no puede.
No puede.
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