miércoles, 3 de febrero de 2010
Y si La Luna hablara...
Me encuentro en un estado secreto e indecible, soy el misterio donde comienza todo conocimiento profundo, cuando os sumergís en mis aguas silenciosas sin pedir nada, sin tratar de definir nada, fuera de toda luz. Cuanto más entrais en mí, mas os atraigo. No hay nada claro en mi. No tengo fondo, soy toda matices, me extiendo en el reino de la sombra. Soy una ciénega de riqueza inconmensurable, contengo todos los totéms, los dioses prehistóricos, los tesoros de los tiempos pasados y por venir. Soy la matriz. Mas allá del inconsciente, soy la creación misma. Escapo a cualquier definición...Me había hundido en todas las oscuridades del universo. Allá donde las entidades ávidas acechan la menor chispa de consciencia, dimensiones de locura, de soledad absoluta, de delirio helado, de ese silencio doloroso que se llama Poesía, he reconocido que para ser tenía que ir ahí donde no estaba.
Caí en mí misma, cada vez mas hondo. Me perdía descendiendo hacia ningun sitio, hasta que, al final, "Yo", la oscura, deje de ser. O mejor, era una concavidad infinita, una boca abierta que contenía toda la sed del mundo. Una vagina sin límites convertida en aspiración total. Entonces, en esta vacuidad, en esta ausencia de contornos, pude por fin reflejar la totalidad de la luz. Una luz ardiente que transformé en su reflejo frio, no la luz que engendra sino, la que ilumina.
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