Estoy en el presente. Cualquiera que sea la acción que deseo emprender, ha llegado la hora de iniciarla. Todo mi porvenir está en ciernes en las decisiones que tomo en este instante. Haced como yo: ved todos los momentos en que no sois vosotros mismos, en que no vivís en el aquí y ahora, que es el momento de la eternidad y lugar del infinito. ¿A qué esperáis? Deshaceos de esos fardos inútiles que son los restos del pasado y el temor al futuro. Encarno la energía que llamamos consciencia. Estoy absolutamente presente aquí, en este cuerpo, entre otros cuerpos, en un espacio y tiempo dados.
No estoy separado de lo que me rodea. Soy consciente de la multiplicidad asombrosa de todo lo que es. Os invito a vivir conmigo este inventario. Sed conscientes de todos los espacios, de toda la materia: árboles, planetas, galaxias, átomos, células. Si soy consciente, no soy sólo un espíritu limitado en una forma determinada, me convierto en la totalidad de la obra divina.
¿Cómo ser consciente? Es sencillo: no debe haber pasado en vosotros, ni futuro, sólo un momento, el momento cósmico. Hay que cortar de una vez por todas con las desviaciones del ego, las antiguas heridas. Hay que desprenderse de todo plan, de todo sufrimiento, de toda programación. Entonces se llega a la luz de la consciencia. Si estáis vivos, para vosotros, en el instante, la muerte no existe. Habéis sufrido pérdidas en el pasado y puede que las sufráis en el futuro, pero aquí y ahora no hay nada perdido. Aspiráis quizá a perfeccionaros, a mejorar vuestras vidas, pero en el momento no hay aspiraciones. Estáis ahí, con todo vuestro potencial.
Yo, El Mago, me sitúo en este cruce de la eternidad y del infinito que llamamos presente. Soy fiel a todo lo que soy: mi cuerpo, mi inteligencia, mi corazón, mi fuerza creativa. Mi mesa de color carne tiene sus tres pies bien plantados sobre el suelo, me arraigo en alguna parte de la diversidad, y, desde ese punto, actúo. Entre la infinidad de los posibles, elijo uno, mi moneda de oro, punto de tracción que me llevará a la totalidad.
No estoy separado de lo que me rodea. Soy consciente de la multiplicidad asombrosa de todo lo que es. Os invito a vivir conmigo este inventario. Sed conscientes de todos los espacios, de toda la materia: árboles, planetas, galaxias, átomos, células. Si soy consciente, no soy sólo un espíritu limitado en una forma determinada, me convierto en la totalidad de la obra divina.
¿Cómo ser consciente? Es sencillo: no debe haber pasado en vosotros, ni futuro, sólo un momento, el momento cósmico. Hay que cortar de una vez por todas con las desviaciones del ego, las antiguas heridas. Hay que desprenderse de todo plan, de todo sufrimiento, de toda programación. Entonces se llega a la luz de la consciencia. Si estáis vivos, para vosotros, en el instante, la muerte no existe. Habéis sufrido pérdidas en el pasado y puede que las sufráis en el futuro, pero aquí y ahora no hay nada perdido. Aspiráis quizá a perfeccionaros, a mejorar vuestras vidas, pero en el momento no hay aspiraciones. Estáis ahí, con todo vuestro potencial.
Yo, El Mago, me sitúo en este cruce de la eternidad y del infinito que llamamos presente. Soy fiel a todo lo que soy: mi cuerpo, mi inteligencia, mi corazón, mi fuerza creativa. Mi mesa de color carne tiene sus tres pies bien plantados sobre el suelo, me arraigo en alguna parte de la diversidad, y, desde ese punto, actúo. Entre la infinidad de los posibles, elijo uno, mi moneda de oro, punto de tracción que me llevará a la totalidad.
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