"Peregrino en
el encanto abominable
de las formas,
mensajero
de lo esencial, es decir
de mí mismo,
desdeñando los ensueños del pensar
hago
de todos los caminos mi camino.
Hoja seca que en un suspiro del tiempo
viene a conceder esperanza a las hogueras,
escalofrío que torna verde los labios
de las hembras
y violeta
el miembro que penetra sus misterios,
sonido que se desliza entre
el badajo y la campana,
serpiente que repta en la roca sin dejar huella,
misterio insondable del origen primero, sueño
que sueña,
abundancia invisible, todas mis horas son siempre hoy.
Voy a lo esencial, al centro del mundo,
y entre
el vacío que separa a los números
me expando hacia las diez direcciones
para encontrar mi significado profundo
en cualquier sitio.
Dejo siempre que las circunstancias decidan
porque sé que soy yo mismo quien las crea.
Me apodero
de las mil cosas al entregarme a ellas
pero cuando marcho aquí lo hago ya en otros mundos.
Sin principio ni fin, más anciano que la noche o
el día,
más joven que
el niño recién creado por
el cosmos,
más brillante que la luz y más oscuro que un abismo,
soy
el fuego que arde en
el centro
de la mente.
¿Quién se atreve a definirme? Con mis zapatos rojos
borro todas las fronteras. No me enquisto,
no me escondo, no me escapo, no agredo.
Como las nubes sin cesar me transformo.
Cuando cesa
el ensueño
de la separación
soy
el mismo
de antes y
el mismo
de después.
Soy la palabra secreta encerrada en cada piedra.
Voy en
el germen, en la espiral del crecimiento,
en la danza afelpada del organismo que declina.
Eje invisible
de todo lo que gira
soy la locura agazapada en la lengua del sabio,
la víctima en
el lobo,
el ladrón en
el juez.
Huyo
de las palabras porque sólo son memoria
y sin embargo mi silencio las sostiene.
Soy
el contenido que escapa
de las formas,
el terreno donde germinan las estrellas,
la indecible Verdad raíz
de la Belleza,
resplandor que denuncia mi acción invisible
agregando la demencia
de lo impensable
al objeto que esconde cada palabra
y a la palabra que esconde cada objeto.
Soy
el vuelo antes del nacimiento del pájaro
la música sin músico,
el tiempo sin arquitecto,
el silbido que precede a la espada,
el coro celestial
de los gusanos
inscrito ya en
el cuerpo que nace,
los gestos ordenados en
el espacio futuro
creando los senderos por donde pasará
el danzante,
la vibración eterna
de cada semilla efímera,
la caída que ha
de darle significado al muro,
el beso que hace nacer todos los labios.
En mi abismal energía
el pensamiento pierde límites.
Ante cualquier proposición abro
el abanico
de los múltiples contrarios,
el ciclón que se pasea entre las tumbas,
el pantano donde se hunden los cimientos
de la razón
para producir la flor indiferente
que se entrega al temerario regocijo del momento
surgiendo como un sapo volador del lago infinito.
A veces me siguen fugaces recuerdos
de lo que he dejado atrás
en mi carrera incesante por no perder la inocencia
primera,
allí donde no existen cualidades ni reputación ni leyes
ni nombre ni sexo ni edad ni país ni tradición
ni historia.
Sin preocuparme dejo entrar en mí mismo
los innumerables aspectos
de mi ser.
Nado contra la corriente hasta llegar a la fontana
donde
el paso final se sumerge en
el comienzo.
Sin rechazar la complejidad voraz del mundo
en medio
de las diez mil cosas soy un eje único.
Ante lo que brilla me extiendo como sombra.
Los abismos sombríos me convierten en luciérnaga.
Espectador en llamas desintegro las estructuras
de la ilusión
observando
el mundo como un espectáculo vacío.
Aquello que busco lo he encontrado hace mil años.
La presa como un perro fiel me persigue.
Espacio es mi cuerpo infinito y Tiempo
lo que a mí me sucede.
Disuelto en la conciencia devengo
el Creador.
El universo entonces se me aparece como un hijo
único.
Miro a todos los seres y las cosas con amor
de padre
y es inmensa mi ternura por la existencia efímera.
Nada comienza nada termina nada nace nada muere.
Sé que al lanzar una piedra hacia
el confín remoto
he
de verla llegar un día a la palma
de mi mano.
Tripulante del sueño no le temo al despertar.
No soy pez engreído que al saltar del agua se piensa
dueño del cielo.
Reconozco que sólo soy una parte ínfima del engranaje
oceánico
y acepto con amor sacrificar mi figura ilusoria
para que
el corazón
de luz se abra en rosa
de fuego.
De mi pensamiento no queda más que
el perfume
porque las palabras antes que música fueron aroma
y
de mis pasos
el ritmo bruto
de la ausencia
deesquema.
Soy lo que soy, amo como amo, deseo lo que deseo,
estoy donde estoy.
Centrado en la fuente
de la vida soy aquel que nunca
duerme
como una llama
de oro en un vaso
de cristal sin fin".
Jodorowsky